Im-Perfecto Verano.

Es verano y ella lo único que quiere es irse a disfrutar de una isla paradisíaca del Caribe junto a su hermana pequeña y a su padre; él se lo había prometido. Sin embargo, su idea del verano perfecto se ve arruinada cuando su papá, tiene que quedarse trabajando en la ciudad y en lugar de mandarlas al caribe, las envía a casa de su abuela.

Ella ya no recordaba cuándo había sido la última que había visitado a su abuela;pero estaba segura que había pasado mucho tiempo. ¿Mucho antes de que su mamá muriera, tal vez? Lo cierto, es que había decidido dejar de lado todo lo que le recordara a su mamá, había sufrido lo suficiente, simplemente quería dejar eso atrás.

Infinidad de recuerdos llegan a su mente una vez ella pone un pie en aquella hacienda; incluso, su primer amor sigue allí, aunque ella poco le recuerde. ¿Cómo sobrevivirá ella, a su im-perfecto verano?

Abro la puerta y entro a la casa seguida de Becca; dejamos los bolsos tirados en la sala y subimos a mi habitación. La mucama está en la cocina terminando de preparar la cena y papá no está; seguramente estña en su empresa trabajando y Sarah debe de estar en alguna estética haciéndose las uñas, un permanente o algún masaje; es muy rara la vez en la que ella no está en uno de esos lugares.

Sarah, es la esposa de papá. Después de que mamá murió; él estuvo realmente mal, no quería hacer nada e incluso, nos tomamos un año sabático en el que nos fuimos del país a una casa de campo que tenía en una isla del caribe; la idea había sido que nos olvidáramos del dolor de perderla aunque fue algo realmente difícil. Después de eso, volvimos a casa y él conoció a Sarah, una despampanante rubia de pechos y trasero postizo; es algo que se le nota a leguas pero según papá, la eligió por su forma de ser. Según yo, la eligió para no estar más solo. Y ella, le eligió a él por… el dinero.

No es que papá sea feo ni mucho menos es solo que; la mujer me lleva tan solo cinco o seis años; es casi quince años menos que papá y, ¡Seamos sinceras! En éstos tiempos, no se sabe qué mujer está con un hombre varios años mayor que ella por amor a él o a su billetera. No me juzguen por pensar lo que pienso.

Entramos a mi cuarto y me tumbo en mi cama; en seguida Becca hace lo mismo. Miro la foto que está en la mesa de noche y sonrío con un poco de nostalgia; en ella, hay una mujer de una larga cabellera rubia sosteniendo a una pequeña de risos rubios también. ¿Adivinan quiénes son? Sí, es de las últimas fotos que tengo con mamá antes de que ella muriera. Suelto un pequeño suspiro y miro a mi hermana; ella tiene una mueca en el rostro.

— ¿Cómo era? —Me pregunta. Le miro curiosa. —Mamá… ¿Cómo era ella?

Entonces entiendo lo que me quiere decir. Papá no habla mucho de ella, y Becca tenía tan solo cinco años cuando mamá murió. Y no es que yo recuerde mucho de ella, pero al menos pude convivir más tiempo.

— Era hermosa. —Digo. —Ella tenía el don de poner de buen genio a todas las personas que le rodeaban. Siempre esperando buenas cosas de todo el mundo. —Suspiro al recordarla.

No. No exgeraba. Ella era así. Muchas veces me pregunto cómo es que había podido casarse con papá; eran tan diferentes. Ella, tan alegre y llena de vitalidad siempre; papá tan enojón y estricto. Pero supongo que es porque se amaban. Los polos opuestos se atraen después de todo ¿No?

— Me habría gustado pasar más tiempo con ella. —Dice.

— A todos Becca. —Beso su mejilla. —Pero no nos pongamos tristes mejor… hagamos planes para las vacaciones. —Sonrío y ella asiente.

Es normal que por ésta época del año; nos pongamos melancólicas. Exactamente hace ocho años, murió mamá. Mi hermana piensa que solo a ella le da duro, pero lo que no sabe que es que tanto papá como yo intentamos disimular nuestra tristeza para ser un apoyo para ella.

Me levanto de la cama y me acerco al closet, sacando unos papeles y vuelvo a la cama. Le muestro unos folletos sobre una paradisiaca isla de un país latino, me parece que es Colombia. San Andrés —Según unos amigos —es de las mejores islas que puedan existir. Las playas, son asombrosas y la gente, es en demasía hospitalaria.

Papá, nos había prometido que éste año; pasaría las vacaciones con nosotras. Él siempre salía a descansar meses después de que nosotras saliéramos y según lo prometido, éste año estaríamos al mismo tiempo. Era esa la razón, por la que tenía esos folletos en mi cuarto. En una semana nos iríamos; en realidad, tan solo faltaba que papá cancelara los cuatro puestos —estaba claro que, Sarah iría también —y listo. Estaríamos en el viaje.

— Suena increíble. —Escucho que dice mi hermana. Sonrío.

— Sí. Y dicen que los colombianos están…—Muerdo mi labio y Becca hace una mueca.

— ¡Por Dios, Cece! No me corrompas. —Se tapa los oídos. Yo río.

Oigo como golpean la puerta con un poco de suavidad y me levanto de la cama, voy hacia la puerta y la abro. Sonrío ampliamente al ver a papá del otro lado; su traje está impecable como siempre al igual que su cabello. Seguramente, acaba de llegar de la empresa. Tiene una mirada algo extraña, eso sólo puede significar que algo va mal.

Me hago a un lado y dejo que pase. Me sorprendo por completo de que su novia no esté pegada a él como un chicle. Él acerca una silla hacia mi hermana y se sienta. Yo me siento en mi cama y lo miro. Cae un pequeño silencio y suspiro.

— ¡Venga! Dilo ya papá. ¿Qué sucede? —Pregunto rodando los ojos. Aquel silencio me perturba un poco.

— Sé que les prometí pasar éstas vacaciones con ustedes…—Ahí viene. Sabía quera mucho pedir. Papá siempre es así. —…pero me ha salido algo de última hora y…

— Pasaremos nuestro verano en casa; bronceándonos en la piscina y yendo sólo al club. ¿Verdad? —Le interrumpo.

Mi voz suena fría y tal vez fui seca pero en serio me había ilusionado con éste viaje. Volver a estar en familia para unas vacaciones. La última vez que habíamos viajado como una fue cuando nos fuimos a Australia para despejarnos tras la muerte de mamá y esa, no fue una razón bonita.

Muerdo mis labios, intentando retener las lágrimas que mis ojos están por derramar y le sostengo la mirada. Entonces, noto que hay algo más. Paso saliva y lo miro, un poco desafiante.

— No exactamente. —Dice.

— ¿Qué quieres decir con eso, papá? —Pregunta mi hermana.

Su voz, siempre es tan suave e inocente. Muy parecida a la de mamá. Ciertamente, de las dos es Becca quien más se parece a ella; no sólo en su físico sino en su forma de ser. Dulce y amable, incapaz de pensar mal y desquitarse con alguien. En cambio yo, soy más impulsiva. Del carácter de mamá no heredé nada.

— No viajaremos a San Andrés como les había prometido. —Bufo, notablemente molesta. —Pero…—Alarga la ‘e’ y mi curiosidad aumenta un poco. — Irán a casa de su abuela.

— ¡¿Qué?! —Preguntamos mi hermana y yo, pero con un tono en la voz diferente.

Ella, pregunta con cierta emoción y yo… con cierto desdén. Papá se refiere a la mamá de mi mamá pues, mi abuela paterna murió hace dos años. No tengo nada en contra de ella pero; ¿Ir a un pueblo de vacaciones? No gracias, no está en mis planes.

— Ni loca. —Digo.

Miro mal a papá y salgo de mi habitación. Debe de estar bromeando.